Armonía con la Creación

Bérgamo, 16 de Junio de 2025

Estando en armonía con la Creación, es decir tratando de respetar los ciclos del día; de moverme a una velocidad natural, ni correr, ni tirarme todo el día; tratando de no desafiar al extremo la naturaleza con deportes extremos; hablando normal, es decir pausado, ni lento ni acelerado, escuchando al otro; observándonos a los ojos, aún sin hablar; dándole un tiempo diario a la observación neutra de nuestro alrededor, a la escucha de los sonidos, de los lindos y de los ruidosos; aprendiendo de esa observación, de esa manera nuestro pulso vital va volviendo a la normalidad, a la frecuencia propia del planeta.

El planeta tiene su propia frecuencia energética, su propio pulsar, un ritmo que no notamos porque está desde siempre. Siempre estuvo ahí. Y está por todas partes, por eso no lo advertimos. Nuestros corazones, el motor energético más importante de nuestro cuerpo, nuestra usina electromagnética, fue creado sin importar su velocidad, en sintonía con el pulsar terrestre. Ritmo, cadencia, homogeneidad. Todo el estress y aceleración modifican ese ritmo, haciéndolo excesivamente acelerado y, además, va tendiendo a volverse irregular. Se "separa", deja de estar integrado al Cosmos, adquiere un ritmo propio caótico y solitario.

Volver a la armonía es, en parte, salvación para los hombres. ¿Cómo es posible nutrirse de la energía vital de la Tierra si creamos nuestro propio ritmo, como si el primero no existiera? Somos una familia con ella, nos abraza y nutre en la medida que permanezcamos integrados, unidos y resonando al únisono.